El conflicto por el gas de Rusia vetado en Europa por la Guerra en Ucrania ha impulsado un cambio en la política energética de la Unión Europea.
La propuesta de la Comisión Europea aprobada por el Parlamento Europeo es la de incluir el gas y la energía nuclear dentro de la taxonomía verde. Es decir, que en los próximos días casi seguro que se aprobará que estas dos energías sean consideradas sostenibles y por tanto susceptibles de ser financiadas con fondos europeos. Esta noticia es un varapalo para la política energética española.
Cambio en la taxonomía verde
Con 278 votos a favor, 238 en contra y 33 abstenciones se ha aprobado el cambio de reglas en el Acto Delegado de la Taxonomía de la Comisión Europea. De esta manera, se incluye, bajo ciertas condiciones, el gas y la energía nuclear dentro de la taxonomía verde. Los países que han presionado para este cambio consideran que el gas y la energía nuclear deben de tener un papel muy importante en la transición verde.
El gas y la energía nuclear, claves para la transición del cambio climático
Estos países consideran que ciertas actividades se pueden dar con energía nuclear o gas, con un límite de tiempo y unos requisitos de transparencia. Consideran que de esta manera se ayuda a transitar correctamente hacia un modelo energético basado en las energías verdes.
La explicación según estos es que el gas libera CO2, pero mucho menos que el carbón u otros hidrocarburos y que la energía nuclear, aunque debe ser controlada sobre todo en la gestión de los residuos radiactivos, apenas genera dióxido de carbono. Ambas industrias energéticas las consideran pues muy importantes para la transición hacia una economía descarbonizada en 2050.
El nuevo informe para la taxonomía verde
Este nuevo giro en la política energética europea no se ha dado de un día al otro. La Comisión Europea, quienes siempre se han declarado tecnológicamente neutrales, no ha querido incluir estas dos energías en la taxonomía hasta este año. Pero finalmente, los técnicos redactaron un informe que unifica los criterios de los países favorables al cambio taxonómico. Un primer borrador fue enviado al Parlamento Europeo y a una plataforma de expertos asesores de la CE en el diseño de las políticas energéticas.
Bruselas realizó cuatro cambios técnicos de poco peso en la propuesta. Pero la plataforma de expertos no vio con bueno ojos este cambio y declararon que estaban “profundamente preocupados” por el impacto que podría tener sobre el medio ambiente. Esta inquietud es compartida por muchos países, entre ellos España y sobre todo por todas organizaciones ecologistas.
Las causas del cambio
Esta ampliación de la taxonomía verde ha sido impulsada principalmente por Francia y Alemania, quienes tienen aún una fuerte dependencia con la energía nuclear y el gas respectivamente.
Francia es el segundo país del mundo, por detrás de EE.UU) con más plantas nucleares. Están en funcionamiento unas 56 instalaciones y se plantean construir nuevos pequeños reactores modulares. Alemania, por su parte, es el país europeo que más consume gas natural (es sin duda, uno de los más afectados por el corte de gas de Gazprom, la mayor gasística de Rusia). Con ellos, se suman las principales capitales de muchos países del este, afectadas de manera directa también por el bloqueo de las exportaciones del gas ruso.
Los partidarios de la inclusión creen, por boca de Mairead McGuiness, comisaria europea de Servicios Financieros, que “tenemos que abandonar lo más rápidamente posible fuentes de energía altas en emisiones de carbono, como el carbón. Durante esta transición, esto podría significar aceptar soluciones imperfectas”.
Condiciones del informe para la nueva taxonomía verde
El informe aprobado plantea una serie de condiciones en relación al uso de plantas de gas o energía nuclear. Por un lado, consideran sostenibles aquellas plantas de energía nuclear que tengan permiso de construcción hasta 2045. También consideran que las plantas gasísticas que, hasta el 2031, emitan menos de 270 gramos de CO2 por kilovatio o menos de 100 gr en el conjunto de su vida útil, pueden ser incluidas como generadoras de energía verde. Cabe destacar, pero, que esta aprobación está sujeta a un límite temporal, pues la inversión en estas plantas solo se dará durante unos años: hasta el 2030 en gas y hasta 2040 en energía nuclear.
Si bien el Consejo de la UE aún puede rechazar la propuesta de la Comisión Europea, se da ya por aprobada pues para que no prospere se necesita el consenso de 20 países de los 27 países que forman la UE.
Los principales detractores de la nueva taxonomía verde
A pesar de todo, esta nueva orientación en la política energética europea no ha convencido a muchos. Países como Austria, Luxemburgo, Dinamarca o España han encabezado el bando contrario y de hecho, los dos primeros ya han anunciado su intención de llevar ante el Tribunal Europeo de Justicia la propuesta de Bruselas. Consideran de dudosa legalidad que el gas y la nuclear formen parte de la política de finanzas sostenibles de la UE.
El papel de España en el conflicto
Junto a ellos, el Gobierno español se ha quejado también de la nueva deriva de la política energética europea. Teresa Ribera, la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha reiterado des de la presentación del primer borrador que «la energía nuclear y el gas no son energías verdes ni sostenibles” y que esta decisión supone «un paso atrás» que envía «una señal errónea» para los mercados financieros.
El argumento del equipo de Ribera rebate los aportados por los partidarios de la inclusión de las dos energías. Consideran que el gas es un combustible fósil y que, en consecuencia, genera emisiones de gases de efecto invernadero. Y que la gestión de los residuos nucleares puede significar un grave problema para la seguridad y sostenibilidad del planeta a largo plazo. No son, según palabras de la Moncloa, energías limpias.
España, hacia un modelo sin energía nuclear
La política energética española, en contra de muchos otros países europeos, está encaminada a crear, año tras año, instalaciones, fábricas o parques que generan energía 100% limpia, como la solar o la eólica. Además, el Gobierno se encamina directamente al apagón nuclear en 2035. Es decir, que ni se van a construir nuevas plantas nucleares y las siete que están activas se van a apagar progresivamente: Almaraz I (2027) y Almaraz II (2028), Ascó I (2030), Cofrentes (2030), Ascó II (2032), Vandellós II (2035) y Trillo (2035).
Claro está que, según el Foro de la Industria Nuclear en España, hoy estos reactores nucleares generan el 20’8% de la electricidad generada por los españoles. La explotación de las energías renovables aún no está suficientemente madura como para poder suplir el gas y la energía nuclear.
De todas formas, a día de hoy, el Gobierno seguirá con el plan establecido para cumplir lo que PSOE y Unidas Podemos pactaron en su momento: cumplir el calendario de cierre de las centrales nucleares y de carbón y alcanzar en 2030 un porcentaje de electricidad producida con energías renovables del 74%, entre el 85% y el 95% en 2040, y del 100% en el 2050.
El reparto de los bonos verdes
Pero claro está que la nueva política energética perjudica la estabilidad y el cumplimiento de los planes. Todo está supeditado a los fondos europeos destinados a cumplir el Pacto Verde Europeo. Este pacto obliga a los países acogidos a invertir en reformas ecológicas en “por lo menos el 37%” de la financiación que reciben del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia de 672.500 millones de euros.
Si la nuclear y el gas entran finalmente en la taxonomía y son consideradas energías verdes, podrán quedarse parte de los fondos destinado a la eólica o la solar. Estos fondos se traducen en bonos verdes que se reparten entre aquellas empresas que contribuyen a mitigar el cambio climático. Pero, ahora empresas gasísticas o que trabajan con energía nuclear, si cumplen los estándares de la UE, podrán emitir bonos verdes. El año pasado este mercado creció alrededor de un 50%, con una estimación de emisión de bonos por valor de 452.200 millones de dólares. La tendencia va al alza y ahora, con la inclusión de la energía nuclear y el gas, algunos creen que Alemania y Francia podrían acaparar el 70% de los fondos destinados.
La oposición de las ONG medioambientales
Pero no solo son estos pocos países los que están en contra de la nueva taxonomía, sino sobre todo las organizaciones ecologistas. Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife, WWF, entre muchas otras organizaciones ya se opusieron totalmente al cambio desde que se conoció el primer borrador en enero.
En este sentido, el coordinador federal de Alianza Verde, Juantxo López de Uralde, considera que la votación es “un resultado desastroso” ya que “manda un mensaje erróneo frente a la necesidad de acelerar y profundizar en la verdadera transición verde basada en las energías limpias”.
En el mismo tono se ha mostrado Mathilde Crêpy, gerente de Programas en ECOS (Environmental Coalition on Standards) “Esta decisión resultará en un lavado verde masivo patrocinado por el estado”. El greenwashing es una etiqueta que hace tiempo se da a aquellas empresas que aplican políticas medioambientales de cara a la galería, pero que en realidad ocultan unas prácticas poco sostenibles. Pero ahora, para algunos, esta etiqueta también se la pueden colgar algunos estados europeos. “Por mucho greenwashing que se haga, el gas y la nuclear no van a ser verdes por decreto”, concluye el coordinador de Alianza Verde.